La Prisa

“La prisa mata”

“La prisa nunca es buena consejera”

“Vísteme despacio que tengo prisa”

¿Te ha pasado que a veces te sorprendes yendo a toda velocidad a algún lugar donde nadie te espera? ¿Has cocinando deprisa un domingo? ¿Disfrutas de la ducha? o ¿estás deseando terminar para poder seguir haciendo todas las tareas que tienes pendientes?

La importancia de parar, de ser consciente, de respirar y estar presente es tal que, en los últimos tiempos, disciplinas como la meditación y el mindfulness, empiezan a formar parte de la vida de muchas personas que se atreven a dar el paso de escucharse y cuidarse.

La multitarea, vista durante años como una virtud, distintivo de persona responsable y trabajadora, cada día va teniendo más detractores y menos defensores, por suerte. No digo con esto, que hacer varias cosas a la vez no esté bien, pero si, que no nos permite ser conscientes plenamente de las tareas en concreto, afectando a nuestra capacidad de atención y provocándonos estrés.

Esto pues, tiene una relación directa con la prisa, con no saber qué es lo urgente y qué es lo importante, con la necesidad de resolver de forma inmediata los problemas que se nos presentan y, por tanto, no permitirnos el tiempo necesario para vivir lo que la vida va poniéndonos en el camino, sean cosas buenas o malas, sean alegrías o penas, sean nuevos comienzos o pérdidas, queremos que todo pase rápido, sobre todo si implica dolor para nosotros o los nuestros.

Pararse, mirar a la persona que tienes delante, apreciar el lugar donde estás, ser consciente de la actividad que estás haciendo y saber que ese momento es único y solo sucede ahora, puede ayudar a que nuestra mente se calme, a ser más conscientes y sacarnos del famoso multitasking.

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