En terapia, es común utilizar un ejercicio que consiste en hablar con tu niño/a interior, trasportándonos años atrás, intentado rememorar como eras y lo que viviste hace décadas.
Es conmovedor ver como en la consulta, trasladándonos a momentos de la infancia, conseguimos evocar sensaciones que dan lugar a sentimientos de tristeza, añoranza, cariño o arrepentimiento, por cómo nos tratamos a nosotros mismos o por lo que pudo haber sido y no fue.
Me gustaría hablaros de la culpa, la auto-exigencia y el perfeccionismo, para esto, quiero que pienses en el niño o la niña que fuiste. Párate un momento, coge aire y siéntate en un lugar tranquilo, seguro, un lugar en el que te encuentres en calma y cierra los ojos. Ahora, piensa, ¿qué es lo más bonito que te has dicho a ti mismo/a esta última semana?, ¿este último mes? o ¿este último año?
Si te pusieras frente al espejo y a quien vieras fuese a tu yo de 6 años, ¿qué le dirías? ¿Serías tan duro/a con ese/a niño/a como lo eres ahora contigo?
Está bien hablarse bien, está bien quererse y creer en lo que uno/a hace, está bien valorarse. Está bien no hacer nada, está bien no llegar, está bien sentirse decepcionado/a, está bien sentir que hay cosas que no puedes abarcar. Está bien sentir miedo, está bien sentir confianza, está bien saber que mereces cosas buenas, está bien saber qué es lo que no quieres en tu vida, está bien saber qué es lo que deseas y luchar por ello. Está bien soñar con algo y estrellarse sabiendo que era un plan que no tenía mucho vuelo. Está bien volar alto, esperando a que la altura se mantenga.
Está bien ser tú.